Casi sin tiempo para escribirte, casi sin ganas para hacerlo, y sobre todo, son palabras que pudiesen contar algo medio creíble o medio decente.
No se porque, pero desgraciadamente me había acostumbrado a vivir sin esperar gran cosa, simplemente no tener nada realmente importante por lo que levantarme, se me hacia tan sumamente pesado que ocupaba casi la totalidad de mi tiempo. Cuando no te sientes capaz ni de pasear con la mirada, ni de compartirte con los demás... Tiempos difíciles no para soñar, sino simplemente para ver lo que ocurre a tu alrededor.
Pienso que me hago mayor, y mientras lo pienso me "hago mayor", pienso que las cosas cambiarán y corro tras el hilo de la cometa, a sabiendas que es imposible de alcanzar pero corro, corro, corro...
Suele sonar el despertador y alegrarme el día, cuando casi todavía no puedo abrir los ojos, y aun saboreo los últimos fotogramas del sueño vespertino... Mi pensamiento se gira hacia ti, después mi cabeza y te beso, aunque no estés a mi lado, ni siquiera en la misma ciudad, en el mismo país, te beso y acaricio cada mañana. Se acabo el sueño y aun así soy feliz, y salgo a la calle, y silbo o canto mientras el chino de la peluquería de la esquina, del que no se el nombre pero todas las mañanas me saluda... sonríe, sonríe y mueve la cabeza para darme los buenos días.
No se decir porqué pero me siento en casa, entre tanto extraño habitual, entre tanta vida inconexa, entre tantas caras de sueño, de enfado, de ensimismamiento. Estoy más en casa que en mi propia casa.
No se porque, pero desgraciadamente me había acostumbrado a vivir sin esperar gran cosa, simplemente no tener nada realmente importante por lo que levantarme, se me hacia tan sumamente pesado que ocupaba casi la totalidad de mi tiempo. Cuando no te sientes capaz ni de pasear con la mirada, ni de compartirte con los demás... Tiempos difíciles no para soñar, sino simplemente para ver lo que ocurre a tu alrededor.
Pienso que me hago mayor, y mientras lo pienso me "hago mayor", pienso que las cosas cambiarán y corro tras el hilo de la cometa, a sabiendas que es imposible de alcanzar pero corro, corro, corro...
Suele sonar el despertador y alegrarme el día, cuando casi todavía no puedo abrir los ojos, y aun saboreo los últimos fotogramas del sueño vespertino... Mi pensamiento se gira hacia ti, después mi cabeza y te beso, aunque no estés a mi lado, ni siquiera en la misma ciudad, en el mismo país, te beso y acaricio cada mañana. Se acabo el sueño y aun así soy feliz, y salgo a la calle, y silbo o canto mientras el chino de la peluquería de la esquina, del que no se el nombre pero todas las mañanas me saluda... sonríe, sonríe y mueve la cabeza para darme los buenos días.
No se decir porqué pero me siento en casa, entre tanto extraño habitual, entre tanta vida inconexa, entre tantas caras de sueño, de enfado, de ensimismamiento. Estoy más en casa que en mi propia casa.